30 de octubre de 2011
No sólo las fuerzas de la naturaleza podrían ser las causantes de los terremotos en nuestro planeta. Hace más de 50 años que megaproyectos de ingeniería humana estarían causando movimientos telúricos, según el profesor e investigador Leonardo Seeber, del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty, en Nueva York.
En un artículo publicado por The New York Times, el investigador apunta como ejemplo un terremoto “terrible” ocurrido en 1967 en la India, y que se asoció con la construcción de la presa Koyna.
"Sin duda éste y muchos otros terremotos fueron provocados por la acción humana", dijo Seeber. Sin embargo, es difícil distinguirlos de los desastres de causa natural porque –dice el investigador- “los representantes de las empresas por lo general se niegan a admitir la responsabilidad y hacen difícil obtener datos que confirmen esta influencia'', dijo.
Según sus investigaciones, un pequeño aumento de la presión en un terreno donde se construye una obra de ingeniería puede conducir a la ruptura de una falla geológica.
Seeber sostiene que las intervenciones humanas que causan estos desastres pueden ser de dos tipos: las que cambian la presión en la corteza, como -por ejemplo- la construcción de lagos artificiales, que aumentan la presión, y la explotación de canteras y yacimientos de petróleo, que la disminuyen.
Seeber dice que es poco probable que los procesos hidráulicos humanos –que utilizan un gran volumen de agua, arena y productos químicos- causen terremotos en sí, pero la liberación de los líquidos involucrados, probablemente puede terminar en eso.
LA PRESA KOYNA
En el sismo de la presa Koyna, que ocurrió en 1967, más de 120 personas murieron y muchas más resultaron lesionadas cuando un terremoto de magnitud 6.5 Richter se produjo en el área de la recién construida presa. Se cree que el inmenso peso del agua cambió la presión sobre el suelo.
Se piensa que el sismo de magnitud 5 Richter que sacudió en mayo de 2001 el Mar del Norte entre el Reino Unido y Noruega fue causado por una liberación de presión debida a la extracción de petróleo y gas.
En 1967, montañas de desechos que se habían inyectado en las Montañas Rocallosas activaron un terremoto de magnitud 5.5 debajo de Denver, Colorado.