A pesar de que los japoneses aún luchan por sobreponerse a uno de los terremotos más grandes de su historia, la ciencia ya está entregando los primeros resultados para tratar de entender por qué fue tan fuerte e inesperado.
Tres trabajos en la edición de hoy de la revista Science son "pistas para armar el puzzle" -dice la publicación- del terremoto mejor documentado de la historia.
Con datos obtenidos con GPS, un grupo internacional de sismólogos descubrió que el terremoto nipón produjo menos ondas largas -las que causaron los mayores destrozos en Chile-; que el deslizamiento de la tierra fue de más de 50 metros, y que en la zona sur del área afectada aún puede haber otro movimiento sobre los 8 grados de magnitud.
60 metros más allá
Mark Simons, del Instituto de Tecnología de California y líder de la investigación, dice que recién están empezando a sacar conclusiones sobre el terremoto.
"Nuestra primera hipótesis es que la emisión de ondas largas depende de la profundidad de la fractura y de cuánto se desliza la tierra. Como el sismo en Japón fue más superficial que el que hubo en Chile, entonces produjo menos ondas de lo esperado". Es imposible -continúa- determinar "si la falta de estas ondas se tradujo en menos daños en Japón comparado con Chile; esto, sin considerar la destrucción por los maremotos".
Otra conclusión obtenida es sobre el desplazamiento de las placas tectónicas tras la liberación de la energía acumulada. El país asiático avanzó hacia el mar hasta 60 metros, una cifra enorme si se considera que el máximo en Chile fue 40 metros, dice Sergio Barrientos, sismólogo de la Universidad de Chile.
Pero para el científico chileno, lo que más impacta de estos primeros resultados es la confirmación de que "nadie esperaba este terremoto". Aunque Japón cuenta con unos 400 GPS, versus los 60 que hay en Chile, todos estos aparatos sólo logran medir los movimientos cerca de la costa, pero no más allá, donde se originó finalmente el movimiento de marzo pasado.
El problema -dice Simons- "fue que sabían cuánta energía había acumulada en la línea costera, pero no en la fosa misma". A diferencia de lo que pasa en Chile, donde las mediciones son más fáciles, la fosa japonesa está a casi el doble de distancia de la costa y fuera del alcance de los GPS. Por ello, y con mediciones parciales, los sismólogos japoneses sólo esperaban un sismo de 7,5, el que además estaba corroborado por los registros históricos.
"Hace sólo un par de años habían descubierto indicios de un maremoto similar al que ocurrió en marzo", cuenta Simons. No alcanzaron a introducir estos datos en los modelos, y eso, sumado a la "ceguera" de mediciones, los pilló desprevenidos. "No podemos cometer el mismo error dos veces; en el norte de Chile existe el mismo problema de la gran distancia entre la fosa y la costa. Aunque es costoso, se debería monitorear la zona mar adentro", dice el estadounidense.
Barrientos coincide: "Esto va a cambiar la forma de clasificar las rupturas, ya que no sólo tendremos que considerar sus características de norte a sur, sino que también de este a oeste".
Energía atrapada
El sismólogo estadounidense Mark Simons advierte que es muy peligroso decir que habrá otro terremoto por falta de liberación de energía tanto en Chile como en Japón. "En ambos casos no tenemos la distribución exacta de cómo se desplazó la tierra (qué tanta energía se liberó en cada lugar)".
En Japón -explica-, al sur de la fractura y donde se produjo la réplica mayor, "no entendemos qué pasa, porque no tenemos registros de terremotos anteriores, pero tampoco podemos decir cuándo habrá otro sismo, si mañana o en 500 años".
Fuente: http://blogs.elmercurio.com/cienciaytecnologia/2011/05/20/primeros-datos-del-terremoto-d.asp
Revista Science: http://www.sciencemag.org/site/feature/data/hottopics/japanquake/