El ascenso de los magmas hasta la superficie de la Tierra es un proceso muy complejo, a pesar de estar controlado esencialmente por una sola fuerza: la gravedad. En principio, los magmas se dirigen a la superficie ya que son menos densos que el ambiente rocoso que los rodea. Es decir, los magmas se comportan de forma similar a la madera que tiende a salir a la superficie y flotar cuando es sumergida en agua.